jueves, 1 de agosto de 2019

CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES

Esta es la propuesta de fechas para las actividades a realizar. 

2 Agosto: Introducción al blog de Taller de Literatura  

2 - 6 Agosto: A las escondidas

5 - 9 Agosto: La edad de los países

12 - 16 Agosto: Los rostros de Latinoamérica

19 - 23 Agosto: Bogotá en 100 palabras

Hasta pronto. 

A las escondidas

Actividad: Leer el cuento y responder en los comentarios, de manera personal, la pregunta propuesta. 

A las escondidas 
Adriana Borja 

Facundo no había nacido aun cuando el temor de Padre se convirtió en una pregunta tan insoportable, que ni Madre pudo explicar después de que tras su nacimiento, decidieran llamarlo Facundo, y mudarse a otra ciudad. Por cada año, dos ciudades distintas, ropa revuelta, cartones y fundas, buses y terminales, pueblos que con sus habitantes desaparecían por la ventana, dando lugar a otros pueblos, con otros habitantes, con otros acentos, otros lugares. 

Antes de aprender a caminar, Facundo jugaba a ser guerrillero, tomando una zapatilla de Padre como escopeta, y llenando el silencio de Madre con sus gruñidos que, imitando el sonido de las balas, le disparaban a quemarropa, arrancándole lágrimas crudas de los ojos, mientras Padre, a escondidas, intentaba trabajar. 

Facundo y Madre, Madre y Facundo, el universo del juego limitado a la interacción doméstica por el miedo a salir, a hablar con los vecinos, porque el vecino de al lado podría ser amigo del amigo del Comandante del que hay que huir. Madre, disfrazando de circo la casa escondite, le enseñó a Facundo a jugarse de payaso, dibujándole lágrimas con delineador de ojos en las mejillas y pintando de rojo las narices de ambos, para representar una comedia que no hacía reír. 

Facundo aprendió de mudanzas antes que las vocales, jugar a las escondidas era cuestión de vida o muerte para Padre, quien debía huir del grupo armado que intentaba reclutarlo. Antes de aprender a hablar, Facundo aprendió el idioma de su planeta, fuera de las fronteras de acentos y territorios, asimiló los sollozos de Madre, la angustia de Padre, pero también observó el arte de asegurar bien las puertas y la pericia para dormir con un ojo abierto, y aprendió especialmente la valentía del oficio de la huida, la cual debía efectuarse a la brevedad y en silencio, la destreza de empezar desde cero después de arribar a cada nuevo lugar -- hogar, siempre temporal. 

Seis pueblos en Colombia y la amenaza constante forzaron la decisión de ubicarse del otro lado de la frontera, con la esperanza de hallar finalmente un escondite efectivo, un lugar donde poder jugar a ser semilla que se siembra y crece sin la urgencia de arrancarse para volverse a plantar en otro sitio. Varios retos surgieron en principio, encontrar un lugar para rentar, un trabajo para sostenerse, una atención en el centro de salud, un cupo en la escuela, no resultaron tareas simples para los extranjeros que, ante la mirada desconfiada del otro, intentaron continuar. 

Y continuaron, a pesar de todo, Madre, Padre, Facundo, el silencio; ya que mientras Padre y Madre enfrentaban con dificultades la discriminación por su acento, nacionalidad y condición de solicitantes de asilo, Facundo decidió, por varios meses, no hablar. Facundo ejerció también la libertad de decidir en qué momento enunciar algo de sí mismo en este nuevo lugar en qué, de pronto, sus padres habían dejado de jugar a las escondidas. 

A pesar de las resistencias, Facundo empieza a entrar en el mundo de las palabras, cambia de a poco los balbuceos por sílabas, juega con las letras, arma frases, enuncia por ejemplo y con el acento que le heredaron sus padres, una de sus varias verdades: que su escuela está llena de ecuatorianos; sin embargo, Facundo no pide visas para compartir el pupitre ni para iniciar un partido de fútbol en la cancha de la escuela. 

En el planeta de Facundo, somos todos extranjeros. En el planeta de Facundo, ser extranjero no está mal. Facundo aprende de las palabras ajenas y las propias, su universo de lenguaje no está cubierto por las tinieblas de las fronteras. Y a diferencia de la mayoría de sus compañeros de clase, Facundo no le tiene miedo a la oscuridad; rara vez vio la luz cuando era chico, en las casas escondite de su primera infancia, las cortinas siempre estuvieron cerradas. 

PREGUNTA: 
Desde su perspectiva como maestra de infancia, ¿de qué manera se debe enseñar a un infante que presenta dificultades de rendimiento académico y comportamental relacionadas con experiencias violentas en el conflicto armado? 




Bogotá en 100 palabras

Formaremos grupos y cada grupo leerá 3 de los relatos. Por favor anunciar cuáles para no repetirlos, hay suficientes microrrelatos para todos los grupos. 

A continuación:
1. Los grupos comentarán las referencias a la cultura, a la ciudad, a nuestra identidad bogotana y a las tradiciones que encontraron en los relatos que leyeron.
2. Individualmente, redactarán un relato creativo propio que responda todas estas preguntas:
  1. Lugar de nacimiento. Procedencia de mis padres (¿Tengo familia fuera de Bogotá, fuera de Colombia? ); Ocupación de mis padres. 
  2. Actividades que hacía en mi infancia, en vacaciones, que me gustaron o marcaron en cierta medida mi manera de ser. 
  3. ¿Cuáles son mis gustos musicales, literarios, cinematográficos, gastronómicos, de ocio, lugares? ¿Cómo llegué a ellos, por qué me gustan, por qué me acostumbré a ellos? 
  4. ¿Mi familia ha vivido algún suceso histórico, político, social de cerca, tienen mis abuelos o padres historias sobre ese día? 
  5. ¿De qué manera hago catarsis, es decir, desahogo y descargo todas mis emociones de una manera constructiva? 
  6. ¿Qué lugares sueño con visitar, qué planes o deseos tengo para mi vida?
  7. Además de estudiar y el transporte público, ¿Cuál es o cuáles son las actividades que me quitan la mayor parte del tiempo al día? 
  8. ¿Cuáles son las marcas que más consumo (prendas, zapatos, tecnología)?


Gato

Un gato imponente sube y baja por casas de un barrio que se llama La Candelaria, va y
lee libros con Luis Ángel, va y visita a los políticos en la Plaza de Bolívar, va y sube de
piedra en piedra para ver una vista espectacular desde una iglesia que queda en un
cerro, sube una loma con rapidez para ver el chorro de un tal Quevedo, va a escuchar
ópera en una gran casa de Colón. Corriendo, caminando, saltando, buscando otra
aventura se distrajo con una gran torre llamada Bacatá y una inmensa serpiente roja
con ruedas le quita su vida aventurera.
Juan Felipe Peralta Quesada
13 años
Antonio Nariño

Mi padre el vagamundo

Mi padre recorre el mundo, dice mi mamá, y yo cuando estoy con él así lo creo. Mi
padre viaja a la ciudad fundada por Bolívar, es amigo de Juan el Rey, pasa a Egipto y de
paso a las cruces, luego vuelve y pasa a saludar a un presidente gringo que ya murió.
Llega a casa con rostro de cansancio y una gran sonrisa, deja sus libros, un poco
deshojados y viejos, que son, creo, su pasaporte en cada aventura. Mi mamá me dice
que mi padre es un vagamundo, pero mi hermoso padre es profesor provisional del
distrito.
Laura Sofía Rodríguez Lara
12 años
Kennedy


El cantante

Empieza a sonar “Besos usados” de Andrés Cepeda, y Carlos comienza a cantar. Ya no
tiene voz y a duras penas se escucha, la gente pasa de lado sin ponerle atención o
haciéndole mala cara, los pitos de los carros opacan su voz y la polución llena sus
pulmones. Pero él no lo ve así, para Carlos su voz llena la congestionada calle, la mala
cara de los transeúntes son aclamaciones a su canto y los pitos son fuertes
aplausos. Carlos no es ese viejo raro que canta en un semáforo, es un cantante y la
Quince es su escenario.
Luciana Vélez Arango
13 años
Usaquén

Rutina

Cinco de la mañana. ¡Levántese, chino, que se le va a hacer tarde! Con un gran susto
me levanto, subo a la terraza, veo la Torre Colpatria, me quito el sueño a punta de frío,
veo las matas —a ver si la mata de fríjol por fin va a dar cosecha. Desayuno —mogolla
integral con tetero (aguapanela con leche)—, me alisto para bañarme, alisto los
calzoncillos, la toalla que está húmeda (porque se me olvidó subirla a la terraza el día
anterior), me dirijo al baño, me meto al chorro, y escucho las palabras de mi madre:
¡Mierda, mijo, es domingo!
Mario Alejandro Vega Triana
14 años
Usaquén

Pulgas

Una lámpara de queroseno, una máquina de escribir. Dos pares de zapatos de niña y
unas botas para mujer —todos gastados—. Una guitarra acústica dentro de un estuche
de lona descosido en los bordes.
Un frasco vacío de crema para afeitar. El marco para un espejo de tocador estilo Louis
XV. El cuerpo de una lámpara de mesa —sin caperuza—, un monociclo con un solo
pedal. Dos películas: Buscando a Nemo y El bolero de Raquel. Me pregunto si alguna
vez los fragmentos de mi vida también estarán exhibidos en algún lugar del andén.
Liliana Patricia Moreno Acevedo
38 años
Santa Fe

Miguelito el soñador

El pequeño Miguel, de apenas migas de edad, se emociona con sonrisa de perlas
cuando oye a su padre decir que entrar al centro es una aventura que requiere agallas.
Sueña cómo será el mítico tramo que menciona tanto su señor padre, decir que
enfrenta asiduos pícaros y monstruos en corbatín, escalando enormes gusanos
comehombres para volver. Cree que es como un cuento de los que tanto lee, y decide
que quiere vivir la aventura. Alista una vara de cartón como su fiel
arma, y se adentra en las fauces de La Candelaria. Lastimosamente, Miguelito fue
engullido por el dragón.
Juan Sebastián Ariza Rozo
17 años
Fontibón
Bogotano

Nació en La-San-Pedro, hizo mandados en tienda de esquina, fue escondedor de
rejoquemao, yermisero, trepaárboles, tintíncorrecorredor de barrio, bailarín de
fiestaecuadra, pintandenes, prendevoladores y catatamales con chocolate y natilla en
navidades. Estudiante de El-Camilo, montó en trolley y busamarilloyrojo por la
Caracas, fue deportista del Parque Nacional y glotón de Cyrano y La Florida. Fue
noctámbulo rumbero de Nutabes, primeroemayo y zonarrosa, sibarita de Candelaria,
Macarena y El Chorro, ambientalista de La Conejera y devoto católico de
nuevedomingos-en-el-Veinte. Trabaja en el centro, se transporta en transmi,
almuerza en El Camarín y hace septimazo. Es bogotano, posiblemente el último.
Leonardo Sánchez Acuña
40 años
Kennedy

Olvido

Hay un pedazo de la ciudad que es otro piso térmico. Al sur, donde no suben los taxis,
donde el domingo se va al mercado, donde resisten las fincas, las papas y las flores.
Acá el tiempo no corre sino que camina, y la gente, que es mixtura de culturas, parece
detenida en una época pasada. Nosotros, que hemos visto crecer las flores del páramo,
sabemos que el tiempo no se puede medir en tic tacs. Desde estas montañas que
alguien llamó periferias, descubrimos que abajo, en la caliente tierra del afán, la gente
nos olvida porque envejece más rápido.
Carmen Lorena Pineda Niño
24 años
Los Mártires

La Cariñosa

Soy el capitán de una nave sin tripulantes, el pirata de una zorra fabricada con pedazos
de madera mohosa; por velas, unas sábanas sucias que también utilizo para dormir, y
dos ruedas hurtadas a un renault 9. Voy por la Caracas empujándola, así que también
soy su caballo. Navego por calles como la Trece y la Séptima; peligrosas y no tan
peligrosas. Peleo con otros capitanes de zorras navegantes como La Juiciosa, La Piroba
y Coche Fino. Ataco con mi puñal que utilizo como espada, voleando cobija de escudo,
pescando tiburones de cartón, ballenas de lata, mantarrayas de vidrio.
David Felipe Pérez Guzmán
16 años
Engativá

Mamá colegiala

A mis tres años, metida en mi abrigo rosa y coronada con mi boina, miraba hacia
arriba y veía en los ojos húmedos de mi madre la emoción que le producía sostener en
sus manos su diploma de bachiller. Hoy, ocho años después, sentada en la baranda a
orillas del patio de recreo, observo varias chicas con su uniforme de colegio. Caminan
parsimoniosamente, ostentan una gran barriga. ¡Y pensar que hace once años era yo
quien me gestaba detrás de un uniforme de colegiala!
Pamplona Úsgame
11 años
Kennedy

Zoomtecno

Liz caminaba por los pasillos de Centro Mayor. A su alrededor todas las personas se
comportaban como si estuvieran hipnotizadas, o dominadas por algo. Caminaban
mirando sus pantallas de celular. De repente, Liz giró su rostro y en una vitrina vio un
televisor que anunciaba una noticia de última hora: ¡Zoomtecno! El virus que genera
dependencia a los aparatos móviles. En ese momento algo vibró en su bolsillo. Había
recibido un mensaje en su celular. Dudó un momento qué hacer. Luego desbloqueó su
pantalla. Allí leyó un mensaje que decía: “¡Bienvenida a Zoomtecno!”.
Andrea Jara López
14 años
Ciudad Bolívar

Resonancia

Zona T, carrera Séptima, luego carrera Tercera, paramos en un mirador hacia La
Calera, nos ubicamos uno junto al otro mirando hacia la gran inmensidad de aquella
ciudad de fondo. Me siento a contemplarlo todo, mi vista nublada por nuestro aliento
aterido, volteo a mirar hacia él, su serenidad. Mi mirada atrae la suya, se cruzan como
si nunca lo hubiesen hecho, sus labios rozan los míos, aquella parte de mi cuerpo
es la más sensible, la que me conecta con él. Y sin darnos cuenta, nos habíamos
exhibido ante toda aquella ciudad para que juzgasen nuestros pecados.
Julián David Ríos Bravo
16 años
Engativá

Los rostros de Latinoamérica

Vamos a observar detenidamente estas imágenes y expresaremos una hipótesis sobre el nombre, la nacionalidad, la raza, la ocupación y el estilo de vida de las personas que allí aparecen y en qué inferencias nos basamos para decir esto.

Finalmente quisiera conocer su respuesta a la pregunta.

¿Al ver por primera vez a una persona, todos prejuzgan o hay quienes son como un tablero en blanco, pues esperan a conocer a alguien para identificarlo con algún tipo de etiqueta?

 
 
 


Esperamos propuestas amplias y detalladas, pues de sus comentarios dependen las conclusiones a las que llegaremos. 


Muchas gracias.